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Cry of The Angel: Journey
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Página 1 de 1.
Cry of The Angel: Journey
La siguiente historia es ficticia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Cualquier comentario, ya sea bueno o malo, será recibido.
-Sagara Sousuke.
Cry of The Angel: Journey.
Prólogo.
- Spoiler:
“Infinita Tristeza. Así empezaba una canción que
escuché hace mucho tiempo, o eso quiero creer. He viajado tanto que ya no estoy
seguro de si el tiempo corre al mismo tiempo que yo; o que yo viajo más rápido
o más lento que él. He visto el pasado, el futuro, y el presente. Un presente
diferente al mío. Ya he viajado tanto que casi he olvidado mi propia edad.
A veces pienso que mi longevidad ya no tiene nada que
ver con el cuerpo que poseo; el cuerpo de un simple estudiante de preparatoria;
un cuerpo que se repite adondequiera que voy. He visto el inicio de una nueva
era, he sido huérfano, vagabundo, opulento, incluso en algún momento fui un
aprendiz de samurai en el Japón Feudal. Ya he viajado tanto que casi he
olvidado a la época que pertenezco.
Aunque, al menos, mi nombre sigue siendo el mismo. Mi
nombre, mi cuerpo. Mi alma. Así que escribiré mi nombre, al menos para no
olvidarlo. Sagara Sousuke.
Si se preguntan donde estoy, es fácil. Llevo tres meses
en este mundo. Aquí soy el hijo de un acaudalado y exitoso empresario, que
lleno de contratiempos y planes de negocios, no lo veo muy seguido; en realidad
no lo he visto desde que llegué, pero sus empleados me mandan sus mensajes, que
suelo acatar. Vivo en un gran departamento, en la zona más rica de esta ciudad.
Aún cuando soy joven y me rodea la opulencia y el
glamour de este lugar, no me siento cómodo viviendo aquí. Aún recuerdo con
nostalgia aquel pequeño departamento donde solía vivir; aquél departamento que
llegué a compartir con ella. Anko.
Me sorprende cuanto tiempo ha pasado sin que haya
escuchado su nombre, aunque a veces florece de mis labios, entre lágrimas.
Estoy atorado en este mundo porque no puedo encontrarla; no sé donde está, o si
sigue con vida. Cada vez que mi vida comienza a formarse en un mundo distinto,
siempre acaba en lo mismo. La pérdida de la persona por la que inicié este
viaje. A mis espaldas, las tenues luces de los edificios de la ciudad aparecen,
como meras sombras, mientras me hacen recordar todos esos momentos.
A lo largo del camino, me la he encontrado de tantas
formas, que muy pocos realmente podrían imaginárselo siquiera: una pequeña
niña, una estudiante de primaria, una chica de “mi edad”, una mujer adulta, una
amable y venerable anciana.
Pero no ha sido su edad aquello que me perturba, sino
el hecho de que no puedo verla como solía hacerlo. No puedo tomarla en mis
brazos y besarla, e implorar el perdón por aquella noche en la que todo
comenzó. Misato-sempai llegó aquella noche y de pronto caí rendido ante una ilusión,
que se rompió en mil pedazos al ver la cara de horror en el rostro de Anko. Su
huida. Su pérdida.
Creo que en algún momento, perderé la cabeza, si no es
que ya me he vuelto loco, al verla con un rostro diferente cada vez: entrando a
un hotel con su novio, llorando porque sus padres la han reprendido, con la
triste y amable mirada que solo dice que la muerte se acerca. La he perdido
incontables veces y cada vez es más y más difícil poder seguir respirando cada
vez que eso ocurre. Recuerdo que estuve a punto de suicidarme cuando la vi con
su vestido de novia. Su cuerpo era diferente al que yo una vez conocí, pero su
mirada era la misma; era la misma mirada que solía darme, y ahora, vivo y muero
un poco más cada vez que estos recuerdos me invaden; estoy completamente solo,
en un mundo extraño, y no hay nadie a quien verdaderamente pueda recurrir y
expresarles mi dolor, mi sufrimiento secreto, mi pena al no poder recuperar
aquello que es lo más preciado para mí.”
-¿Están
ahí?-preguntó, presionando el interruptor del comunicador-.
-Sí,
Sagara-sama, ¿desea algo?- respondió una voz seria, la de uno de sus
empleados-.
Suspiró un
poco y volvió a presionar el botón. –Sí, hay algo que deseo, pero por ahora, me
basta con salir. Preparen el auto, por favor.-
-Entendido,
le avisaremos en un minuto-.
“Esta vida no me pertenece. Mi alma tomó el lugar de
donde debería estar el alma de este “yo”. Aunque suene extraño, éste es mi
cuerpo, pero el alma que lo posee no es la que debería estar aquí. Según
escuché, mi antiguo yo era prepotente y mezquino; un vivo ejemplo de aquellos
que poseen poder gracias al dinero que ni siquiera han conseguido ellos, por lo
que lo primero que hice fue tratar de reconciliarme con aquellos a quienes mi
antiguo ser había dañado; en muchos casos, el resultado fue satisfactorio, pero
en algunos otros, las cosas no salieron tan bien. Como sea, he logrado una paz
relativa entre el dueño de este cuerpo y aquellos a quienes perjudicó. Aunque,
por mi parte, no me agradan del todo los lujos a los que el tipo se acostumbró.
Parte de esta “nueva vida” es meramente social:
reuniones, eventos, llenos de gente vacía e hipócrita a las que debo soportar
por cierto tiempo con una falsa sonrisa, una sonrisa de cristal, al igual que
la de todos los demás que me rodean y saludan; ni una sola sonrisa real en un
mundo donde el dinero, el poder y los objetos reinan sobre las emociones de los
demás. Un mundo de oro por fuera, pero vacío por dentro.
Siempre regreso tan tarde como puedo a casa; algunas
veces cansado, pensativo, otras veces, inundado de alcohol, lo suficiente para
olvidar lo que hago y lo que busco; para olvidar la pena que siento al no
verla. He rechazado muchas proposiciones de muchas mujeres y chicas muy
hermosas, y aunque he terminado mal, realmente no me importa, porque solo es
una máscara de lo que realmente quiero y busco. Algo que no puede ser hallado
aún con la mayor fortuna del mundo. Algo que solo yo puedo encontrar, y aunque
he recorrido las calles de esta enorme ciudad una y otra vez, nunca la he
visto. Incluso he llegado a dudar de si realmente sigue existiendo; de si su
alma sigue rondando por ahí. Y si fuera así, ¿qué sería de mí? ¿Volvería al
mundo de donde vine, esperando la piedad de alguien? Shikamaru, Doumeki, Camus…
ellos tienen sus vidas, y no puedo esperar que entiendan realmente lo que he
pasado y lo que he sentido; podremos ser compañeros de escuela, pero no por eso
nuestras vidas son las mismas.
Al menos he hallado consuelo en este cuaderno que se
encuentra bajo llave, porque expresa mi verdadero sentir, expresa quien soy
realmente y eso es algo que no puedo permitir. Pero aún con esto, mi sueño
sigue sin cumplirse, y es que quiero volver, quiero volver adonde ella y yo
compartimos tantos momentos juntos, donde mi vida tomó sentido, justo después
de tomarla de la mano y salvarle de la muerte.”
Dejé de
escribir y me recosté en mi cama, mirando el bellísimo paisaje nocturno de la
urbe, lleno de luces, tantas, que casi no hay oscuridad. De pronto, una lágrima
cayó por mi mejilla, terminando en las sábanas.
-Anko…
¿Dónde estás…?
Capítulo 1.
- Spoiler:
Sousuke
salió temprano a caminar un poco. Por suerte, los guardias que lo custodiaban
estaban profundamente dormidos y no notaron su ausencia. Se decía en los
barrios bajos, que su “padre” tenía ciertos problemas con la mafia y que era
posible pensar en un atentado a la vida de su querido hijo, pero Sousuke
siempre tuvo sus dudas. La primera vez que llegó a ese mundo, ni siquiera lo
reconocían. Su forma de ser era totalmente opuesta a la de su predecesor, y por
eso pudo pasar desapercibido varias veces.
Su caminar
era lento y pausado, mientras miraba que, al compás del alba, la ciudad y el
mundo entero parecían despertar. Algunos negocios comenzaban a abrir, las
personas salían a sus trabajos o a hacer un poco de ejercicio, mientras él
pasaba a su lado, inmutable. El cielo era de un color azulado y rojizo,
mientras en un punto, se notaba con mayor intensidad el color rojizo del alba.
Faltaba poco para que el Sol saliera y la vida comenzara de nuevo. La misma
vida que había llevado durante un tiempo. Tanto, que se le hacía eterno.
Tomó el
tren y se subió, sin saber siquiera adonde iba; lentamente, el vagón comenzó a
llenarse de gente: estudiantes rumbo a su escuela, hombres vestidos con trajes
baratos, con su portafolios en mano, ancianos sentados plácidamente en los
asientos, platicando sobre el pasado, niños gritando, el típico cúmulo de gente
al que estaba tan acostumbrado. Bajó en una de las estaciones principales y se
detuvo para comprar algo de comida, absorto en sus pensamientos; desde que
había llegado, había buscado un lugar donde vendieran aquella comida que él y
Anko compartían en sus ratos libres; un mero recuerdo ilusorio, solía pensar.
Alrededor
de él, la vida seguía moviéndose, tan rápida que parecía que se le escapaba de
las manos. Cientos de personas pasaban rápidamente; algunas lo miraban, otras
simplemente no lo hacían y muchos lo miraron con desdén y prosiguieron su
camino. A él no le importaba. Comía sin mucho apetito y solo dejaba que su
mente lo guiara en la dirección que ella quisiera.
Pasados
unos 15 minutos, terminó su alimento y tiró la envoltura en un bote que estaba
al lado de él; cuando comenzó a pensar en que debería volver, miró algo que lo
impresionó por un segundo; creyó que era un espejismo, una mera burla de su
mente, pero sabía en su interior que no era así. A lo lejos, en un estrecho
pasillo abarrotado de gente, había notado el extremo de un ala blanca.
Salió
disparado, tratando de alcanzar a quien llevara esas alas entre el gentío que
se arremolinaba y apenas y avanzaba; eran las 10 de la mañana y la estación
estaba inundada de personas; apenas y podía moverse entre aquella impenetrable
muralla humana, dando codazos, avanzando, pidiendo disculpas, deteniéndose y
dejándose llevar por la inmensa marea humana. Se sentía sobrecogido por la
desesperación, movido por su propio corazón, avanzando más y más, hasta que
finalmente llegó al andén del tren. Miró a todos lados, pero no notó nada. De
pronto el tren comenzó a avanzar y tras él, dejó una pequeña pluma. Una pluma
que tomó en sus manos y la apretó con suavidad. Y aunque nadie más podía verla
además de él, sintió por un instante una especie de mensaje en su mente, algo
que le transmitía aquella pluma: “encuéntrame”.
Al día
siguiente, tenía un nuevo compromiso: su padre le mandó una carta donde le
ordenaba explícitamente en ir al colegio, aunque Sousuke nunca lo tomó enserio;
sabía que él solo tenía una verdadera escuela, una a la que ansiaba regresar,
pero para evitar problemas con el viejo, decidió presentarse nuevamente. Tomó
una fría ducha, mirando hacia el amanecer, se vistió con su uniforme negro, con
bordados color oro y tomó la limousine para ir a su escuela.
El Dawn of
Honor College era un lugar cuyo acceso era únicamente para los jóvenes hijos de
hombres acaudalados y poderosos: incluso se rumoreaba que había entre ellos el
hijo del mafioso más importante del bajo mundo, pero nadie se atrevía a
especular mucho sobre el tema; un pequeño error y sus familias caerían en la
desgracia. El colegio era un enorme edificio al estilo inglés: lleno de
ventanas y balcones; su fachada presentaba una imponente gárgola en medio de
ella, como si la misma estuviese atrapada en medio de la libertad y el encierro
del lugar; los patios estaban bellamente cuidados; llenos de rosas, gardenias y
demás flores que iluminaban y llenaban de hermosura el lugar; también había
algunos enormes pinos y olmos, probablemente traídos desde el extranjero, por
lo que parecía una mansión perdida en medio de una enorme jungla. Sousuke
presentó su credencial y entró como si nada a la recepción: una larga mesa de
caoba finamente trabajada, llena de papeles y folletos, desde donde una joven
recepcionista lo saludaba amablemente, como le habían enseñado cuando había
entrado a trabajar allí. Era natural pensar que los empleados eran tratados
como mera servidumbre, dada la condición de los pupilos.
Pronto
llegó a su salón de clases: un lugar donde exclusivamente habían 10 lugares;
todos ellos hechos con madera fina y asientos aterciopelados; parecía más un
antiguo castillo que una escuela. Sousuke tomó asiento y esperó a que el
profesor llegara.
-Sentados,
clase. No perdamos el tiempo en nimiedades-. El profesor Okazaki Tomoya era un
hombre muy inteligente. Había sido el primero de su clase en obtener el
doctorado en literatura, así como había sido reconocido en muchas
investigaciones sobre historia y arqueología; un hombre que había entregado su
vida totalmente a su estudio, sin dejar de ser un caballero y alguien a quien
se le respetaba en las reuniones sociales de alta alcurnia.
Era un
hombre de al menos 25 años de edad; tenía el cabello corto y una siempre
creciente barba; algunos estudiantes bromeaban con que ésta crecía justo
después de que se rasuraba, aunque era en verdad un hombre temible si lo hacían
enfadar.
-Vaya… así
que el joven Sagara quiso unírsenos esta vez-dijo, en tono sarcástico- bien,
eso me alegra, porque hoy tenemos mucho que hacer… -se dio la media vuelta y
abrió un cajón en su escritorio- oh, y esto es lo que tiene que hacer usted,
joven Sagara-sacó un gran cúmulo de papeles- y por favor, no se tarde mucho,
aún tiene que hacernos el honor de alcanzarnos en nuestro curso.
-Está
bien… -respondió Sousuke algo desanimado; aquel hombre en algunos momentos era
bastante despreciable y cínico-. Pasó la mayor parte de la tarde terminando sus
deberes y recuperando el tiempo perdido; terminó ya entrada la noche. Miró su
reloj, era casi medianoche. Dejó sus deberes en el escritorio y salió al
balcón. Una agradable brisa nocturna lo golpeaba en el cuerpo, relajándolo por
completo. Hacía mucho que no sentía el viento en su cuerpo, rodeándole,
mientras contemplaba a la ciudad.
-Esta es
una enorme ciudad… -se dijo, musitando- pero ahora te he visto… y debo
buscarte… -cerró los ojos y pensó en Anko; en la condición de su cuerpo, en si
seguía como estaba o ella había cambiado; si su cabello había crecido, si
estaba en un hospital, en su eterno sueño-.
Entonces
regresó a su habitación y marcó un número.
-¿Hola?-le
respondió una voz juvenil y al mismo tiempo, varonil-.
-Soy
Sagara-respondió-.
-Ah,
claro… es algo tarde, ven mañana y te diré donde está Anko-.
-Gracias…
hasta mañana-.
Colgó y se
acostó en su cama, donde durmió plácidamente, soñando con su anterior vida.
Capitulo 2.
- Spoiler:
Sousuke se
levantó rápidamente, como si hubiera estado esperando el alba desde que había
ido a dormir. Tomó un baño tranquilamente, dejando que el agua caliente
escurriera por todo su cuerpo, mientras no podía dejar de pensar en sí mismo, y
en el pasado que cargaba. De pronto cerró la llave del agua caliente y un frío
torrente lo hizo estremecer en cada parte de su cuerpo. Sintió que la
respiración le faltaba unos segundos, pero pronto se aclimató al agua y la dejó
correr por otros 5 minutos, hasta que cerró la llave. Salió de la regadera y se
secó con una toalla llena de hermosos bordados hindúes: regalo de su padre de
cuando fue a aquel lejano lugar. Por un segundo se preguntó como sería; si las
personas vivirían igual que él, pensarían lo mismo que él, sufrirían lo mismo
que él y descartó la idea al instante.
-Dudo que
alguien más viaje por las dimensiones buscando a alguien-se dijo-. Se vistió
con un traje negro con una corbata roja y zapatos oscuros muy limpios. Parecía
un importante hombre de negocios; se puso un reloj de plata pura y una leontina
de oro en el bolsillo del pecho y arregló su cabello. Tomó un pequeño
portafolios del escritorio y lo revisó minuciosamente: estaba todo lo que
necesitaba dentro. Después, marcó un número y respondió uno de sus empleados.
-¿Qué
necesita, Sagara-sama?-preguntó el hombre-.
-Quiero mi
auto preparado en 10 minutos, por favor-dijo tranquilamente y colgó-. Tomó las
llaves del estante y abrió lentamente la puerta.
-Bien…
hora de morir otra vez-se dijo en voz baja y salió del departamento-.
Caminó por
el pasillo y presionó el botón del elevador; mientras esperaba, miró que se
acercaba la mujer de la limpieza.
-Buenos
días-dijo con voz seca, mientras la mujer asentía con la cabeza-.
-Buenos
días, Joven Sagara-dijo la mujer; una señora de mediana edad y mirada
perspicaz- ¿tuvo una mala noche de nuevo?
-Sí…
podría decirse eso- el elevador se abrió y Sousuke entró en él; presionó el
botón que llevaba al estacionamiento y despidió a la amable mujer con un gesto
de su mano y una sonrisa-. Esperó mirando el espejo mientras el elevador
bajaba; a veces solía ver algunas cosas de otros lugares en los espejos, por
eso los evitaba; pensaba que después de tantos viajes, su mente comenzaba a
desvariar irremediablemente. Pronto salió al estacionamiento, donde sus
guardaespaldas lo esperaban con el auto listo: un bello Aston Martin V6, regalo
de su “padre”. Se subió y cerró la puerta; encendió el auto con una llave
especial, que solo funcionaba si colocaba su dedo pulgar en un escáner dactilar
y el auto ronroneó suavemente.
-No me
sigan-dijo, bajando la ventana- voy a ir a “ese lugar”.
Los
guardias asintieron y Sousuke arrancó, saliendo del estacionamiento y
perdiéndose en la calle. El cielo estaba nuboso y parecía que iba a llover,
mientras continuaba su viaje.
“Me sigue sorprendiendo como la primera vez que fui a
visitarlo. Es algo inusual verlo tan serio y altanero cuando lo conocí antes;
sirviendo el té y montando un picnic para la Directora.
-Hola, Sousuke-kun-dijo- te habías tardado en venir
por acá. Pero pasa, por favor-.
Entré tranquilamente en aquella tienda y me quité los
zapatos en señal de respeto, mientras aquellas dos chiquillas me abrazaban y
sonreían.
-¡Sousuke-kun ha vuelto!-dijeron al unísono-.
-¡Te estábamos esperando!-dijo la chica de cabello
azul. –¡Tardaste mucho en venir de nuevo!-dijo la chica de cabello rosa-.
-Maru, Moro, traigan a nuestro invitado a la sala-.
Las chicas asintieron con una sonrisa a la orden del joven y me llevaron a la
sala de recepción, donde, como siempre, estaba acostado en el diván.
-Veo que sigues como siempre, Watanuki-kun-dije
fríamente-.
-Sí, bueno… no puedo hacer mucho por aquí, y puedo
hacer bastante-replicó con una sonrisa-. Así que…-prosiguió-¿la viste, cierto?-
-Sí, lo hice.
-Bueno… -tomó su pipa con delicadeza y fumó un poco,
para después expulsarlo por la boca, como un finísimo hilo blanco- ¿qué quieres
hacer?-me preguntó directamente-.
-Tú sabes bien cuál es mi misión-.
-Sí, lo sé-dijo, sentándose en el diván-Yuuko-san me
lo advirtió antes de que llegaras, pero… -parecía algo preocupado-¿Cómo te
sientes?-me miró serenamente-ya has pasado por esto muchas más veces… ¿crees
que puedas resistirlo una vez más?
-La verdad es que no lo sé-le respondí-no sé si mi
corazón pueda soportarlo de nuevo…
-Bueno, inténtalo; no se te forzará a nada-respondió
muy serio- y si no puedes tú solo, haré lo que pueda por ayudarte-. Me tendió
la mano y me ayudó a levantarme.
-Debo irme ahora-dije- me esperan en la empresa de mi
padre.
-Muy bien; ve con cuidado. Volvió a sentarse en el
diván y miró hacia el techo, contemplando el humo del incienso que había en la
habitación, mientras abandonaba el recinto.
Al despedirme de las chicas, me besaron en la mejilla
y me despidieron amablemente, mientras entraba en el auto y arrancaba, sin
ninguna dirección.
Sousuke
avanzaba rápido por la autopista; sus pensamientos viajaban entre el camino que
debía de ver y aquél que estaba en su mente: las palabras de Watanuki lo hacían
divagar y lo hacían recordar muchos momentos: el día que llegó, cansado, con la
mirada perdida y demasiado fatigado; era un día lluvioso y lo primero que
sintió su piel fue el frío del agua, cayendo sobre su espalda. Caminó sin
sentido por calles que desconocía, aturdido por las luces de los autos que se
difuminaban en la llovizna y en algunas ocasiones estuvo a punto de perder la
vida en manos de un conductor imprudente. Miraba hacia el piso, sin importarle
nada: había implorado a los cielos que lo sacaran del anterior mundo, donde el
cuerpo donde habitaba el alma que buscaba, moría de muerte natural, a la edad
de 84 años y una sonrisa amable al verlo por última vez en ese cuerpo. Salió
corriendo de la tienda, llorando e implorando piedad a la Directora, suplicándole
que le sacara ese martirio del pecho, pero al contrario, el símbolo con el que
comenzó su viaje apareció en sus pies y lo devoró, llevándole a la oscuridad.
Tras
caminar e incuso arrastrarse por el suelo, lleno de charcos y lodo, Sousuke se
desmayó frente a un pórtico desvencijado. Al despertar, conoció a aquellas dos
niñas que se alegraron de verle, y tras ellas, apareció aquél chico que había
visto llevarle el picnic a la
Directora.
-Despertaste,
Sousuke-kun-dijo, fumando su pipa con absoluta serenidad-, creo que ya nos
conocemos, ¿no es verdad? –Preguntó misteriosamente, a lo que Sousuke asintió
con la cabeza-.
-La Directora no está
aquí-dijo, anteponiéndose a la pregunta que Sousuke apenas estaba formulando en
su mente- pero me tiene bien informado de tus progresos-. Desapareció tras la
cortina de entrada y las niñas lo siguieron. Sousuke se levantó y tomó sus
ropas, porque estaba solo con unas toallas para secar su mojado cuerpo. Al
vestirse, siguió el pasillo hasta encontrar al chico sentado en el diván, mirándolo.
-Lamento
ser yo quien te diga esto, pero… -se calló un segundo y volvió a fumar un poco
del cuenco de su pipa- ésta es tu última oportunidad, Sousuke-kun. –Sousuke se
sentó algo preocupado y miró al chico, quien tenía a su lado a las dos pequeñas-.
Verás, un alma tiene un límite de tiempo para estar fuera de su cuerpo y tus
constantes fracasos en recuperarla han gastado mucho el sello que utilizas para
viajar, así como el alma de ella se ha estado desgastando poco a poco… -miró a
los ojos a Sousuke, y éste sintió como su alma misma fuese escrutada con
aquella enigmática mirada- y ya no tiene fuerzas para seguir viajando. Si el
huésped de su alma muere en este mundo, el alma de Anko desaparecerá para
siempre. –Sousuke se sintió petrificado ante tal comentario. No sabía que
pensar ni qué decir, mientras sentía como su corazón se iba partiendo
lentamente, en pequeños pedazos. Sus esperanzas, estaban a punto de ser
totalmente barridas por un tormentoso huracán. Se levantó sin decir nada y
salió del recinto; al llegar a la puerta, escuchó que alguien estaba detrás de
él.
-Espero
que la encuentres pronto, Sousuke-kun-dijo el chico- no sé cuanto pueda
resistir su alma… ni la tuya. Sousuke salió del lugar y partió en su búsqueda.
Ahora,
tres meses después, viajaba en un auto último modelo, con un traje muy caro,
por una avenida principal cuando de pronto, miró que una chica estaba siendo
atracada. Sousuke frenó con fuerza y bajó lo más rápido que pudo; al ver al
ladrón, lo golpeó en el rostro con fuerza y lo lanzó hacia un contenedor de
basura, donde el ladrón se golpeó la espalda y quedó desmayado. Después, miró a
la chica y la ayudó a levantarse. Al verla, Sousuke no supo como reaccionar. La
chica era rubia y de ojos color miel; tenía las rodillas algo lastimadas y
vestía uniforme de estudiante de preparatoria. Tenía un brillo extraño en sus
ojos, un brillo que llevó a Sousuke a un momento donde tenía en sus manos la
vida de una joven a la que salvó y que después, con esa mirada perdida y sin
ganas de vivir, lo abrazó.
-¿Cómo te
llamas?-preguntó Sousuke.
La chica
se ruborizó sin siquiera saber porqué y lo abrazó con fuerza.
-Rika.
Saginuma Rika.
Capítulo 3.
- Spoiler:
PRÓXIMAMENTE.
Última edición por sagara_watanuki el Miér Jun 22, 2011 11:56 pm, editado 5 veces
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Re: Cry of The Angel: Journey
waaaaaaaa! la tercera parte...-abro el spoiler y...- .-. y yo que pensé por un momento que el dia acabaría perfecto xD naah...esperare ...jojojo
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Re: Cry of The Angel: Journey
waaa! bonito prólogo!! -abro spoiler capítulo1- waaaaaaa!! donde donde donde donde esta!!! xDDDDDD ok si creo que me desespere un poco -recuperando la compustura- ejem, espero...que lo subas lueguito :3 no te estoy apurando...pero, ya sabes como me trata la intriga asi ke esperare
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Re: Cry of The Angel: Journey
ACTUALIZADO. CAP. 1.
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Re: Cry of The Angel: Journey
leyendo!! ... awww..ke guay!!! - abriendo spoiler capitulo3- donde esta el capitulo ...a esperar una vez mas dejandolo en suspenseeee!!!
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