[Saint Seiya IL] Templo de la Luna

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#Artemisa

Murieron, o soñaron morir. O esparcirse por el cosmos durante millones de años flotando. O todo eso junto. Pero igualmente, recuperaron la conciencia. Boca abajo en el suelo, delante de un alto trono bajo el cielo nocturno, estrellado.

Se incorporaban, como despertando de una pesadilla y estando aún mareados por lo sucedido. Alrededor, un páramo desierto de paisaje, decorado con templos griegos muy antiguos y muy blancos, brillantes ante una luz inexplicablemente pálida.


En un trono más adelante, una mujer rubia de cabello ondeado y vestimenta griega clásica y ostentosa. Una armadura dorada sobre ella, y un báculo que acababa en forma lunar. Era como ver una estatua viviente, estaba claro que estaban frente a una Diosa del Olimpo. Y podían adivinar cuál era.

A los alrededores, mientras despertaban, se iban arremolinando mujeres armadas con dagas y arcos, vestidas también a lo griego, que seguían sus movimientos. Una en particular, fue hasta el trono, pero aquella mujer movió la mano a un costado para que su sirviente hiciera silencio y miró a los recién traídos, esperando.

-Así que éstos son los únicos Caballeros de Atenea que existen... -dijo- es una verdadera pena.

Aioros se incorporó un poco más y su rostro estaba perplejo.

-N-no... ¿Q-qué...?

-Así es Caballero. El Santuario de mi hermana Atenea ha sido destruido.

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La saintia no comprendió demasiado que estaba pasando cuando todo quedó completamente quieto, pero estaba segura de que Apofis había sido destruido por algún ente desconocido.

Su mirada fue atrapada por las extrañas formaciones de la sangre del dios, sin embargo, aquella máscara -o lo que fuere que había atravesado a su enemigo- parecía proclamarse como el único dios existente.

-¿Q-qué significa todo esto? -alcanzó a preguntar, aunque no obtuvo respuesta.

De repente Ángela comenzó a sentir como si se estuviese muriendo, o algo así. De alguna forma, se dejó llevar por esa sensación a sabiendas de que no podía hacer nada para cambiarlo, como si estuviera en el fondo del mar o flotando entre los planetas que componían el universo. No podía evitar recordar diferentes sucesos de su vida, como aquel instante antes de la muerte.

Inesperadamente, Ángela recuperó la consciencia. Intentó ponerse en pie con dificultad y lo primero que hizo fue buscar con la mirada a Aioros. Solo cuando lo encontró, sus ojos exploraron sus alrededores, aunque lo que llamaba más su atención era aquella presencia en frente de ellos. Una figura majestuosa que le recordaba a la antigua grecia y a los dioses del olimpo.

-¿La Diosa Artemisa? Pero… ¿cómo? ¿qué hacemos aquí? -susurró comenzando a voltear a ver su entorno con desesperación. Hasta que entonces, la Diosa habló. Y decía que eran los últimos caballeros vivientes. Y que el santuario había sido destruido.

Si hubiese sido cualquier otra persona, la saintia hubiese dudado. Pero tratándose de Artemisa, la diosa de la luna y hermana de Atena ¿por qué mentiría? Observó por un segundo a Aioros, el tampoco daba crédito a sus oidos. Lentamente, Ángela volvió a dejarse caer en el suelo y bajó la mirada.

-N-no es posible, nosotros… -alcanzó a decir, sus ojos estaban muy abiertos y su puño daba un golpe en el suelo. Si eso era verdad, si el santuario estaba destruido… ángela no podía evitar sentir que algo estaba mal, de alguna forma le había fallado a su diosa, a sus amigos, al patriarca… y no había podido hacer nada al respecto.

Levantó la mirada, sin inmutarse por la presencia de la olímpica o sus seguidoras.

-¿Quién fue? ¿Quién destruyó el santuario y por qué? -preguntó directamente. Vio unos momentos a su alrededor- ¿Y por qué nosotros estamos aquí?

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La Diosa de la luna y la caza no daba rodeos, ni hablaba con metáforas. Era directa y explicaba rápido.

-Al principio existía sólo Geala Diosa primigenia. Quien creó a Urano, su esposo. Y éste muchas de las cosas existentes. Y juntos tuvieron hijos, todos Dioses. Titánes, Cíclopes y otras especies, por ejemplo. Pero Urano era un tirano, y exilió a muchos. Gea hizo causa común con sus hijos y les dio armas capaces de asesinar Dioses. A su hijo menor, el Dios Tirán Cronos, le encomendó la más poderosa arma de todas, el Megas Drepanon, una hoz gigante. Y con ella, Cronos mató a su padre. Pero Urano al morir le maldijo y le auguró el mismo fin, "caerás por la mano de tu propio hijo". Lo cual se cumplió... luego de que Cronos se volviera un tirano, Zeus derrotó a Cronos, su padre... y selló el Megas Drepanon en el lugar más seguro de la Tierra... bajo la estatua de la Diosa Atenea.

Se hizo una pausa, pero la Diosa prosiguió.

-Cronos, el Dios Titán, tiene cierto conocimiento sobre el tiempo también. No tanto como Chronos, el Dios del Tiempo, que no tiene cuerpo y está conformado por galaxias y el transcurrir de todo. Sin embargo parece haber podido leer algunos acontecimientos y haber tomado ventaja de aquello.

-¿Qué acontecimientos? -preguntó Aioros, pálido.

-Luego de que ustedes hayan quedado vagando por el espacio-tiempo, el Santuario sufrió una grave traición, lo que desencadenó en el despertar de los 12 Dioses Titanes y la muerte de la recién encarnada Atenea. Además Cronos ha conseguido otra vez el Megas Drepanon. Esto es grave, desencadenará una guerra de Dioses. Sea cual sea el resultado, ya sean los Dioses Titanes o los Dioses Olímpicos quienes queden en pie, el pensamiento general será que ya no se puede dejar que los humanos se encarguen de la Tierra. Posiblemente, los Dioses los borrarán... a menos que los humanos se encarguen de rectificar lo que empezó con una traición en el Santuario de Atenea.

Ahora sí, parecía haber dicho todo lo que quería decir.

-Pero la única oportunidad que podrían tener, será si convencen a un Dios en particular, de que les preste su ayuda...

Aioros observó a Artemsia, confundido. Luego a Ángela, y cerró su puño.

-Cómo puede ser, que haya ocurrido semejante desgracia... ¿una traición en el Santuario?  -preguntó a la Saintia.

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La saintia escuchó con atención la historia que contaba la diosa Artemisa, aunque su rostro no escondía la conmoción por todo aquello. La chica se quedó pensando unos momentos sobre lo que decía Artemisa cuando Aioros se dirigió a ella.

-Yo tampoco lo entiendo, había un traidor y nosotros no pudimos notarlo ni hacer nada. Me siento impotente pero… -hizo una pequeña pausa, observando primero a la diosa y luego a su compañero- Mira, si nosotros sobrevivimos y estamos aquí, es porque tenemos una oportunidad. Hay que intentarlo, Aioros.

Ángela ahora hablaba con seguridad y esperanza, Aioros era, a sus ojos, el mejor caballero junto a Saga. Si existía una posibilidad tenía que ser con él a su lado. Pensó un poco sobre lo que había dicho la hermana mayor de Atena y le volvió a dirigir la palabra.

-Cuando habla de rectificar esa traición eso implicaría volver a ese momento… ¿cómo es eso posible? ¿se refiere a viajar en el tiempo? -preguntó algo desconcertada.

Mientras esperaba la respuesta de la olímpica otra duda surgió en su mente. Observó primero a Aioros y luego a la Diosa.

-Y sobre lo otro … cuál es ese Dios que hay que convencer ? -cuestionó algo dubitativa. De lo que Ángela sabía sobre los Dioses, no podía concebir qué Dios estaría dispuesto a ayudar a dos simples humanos.

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Aioros asintió a Ángela y la mujer ya podía ver que su palidez tomaba un poco de color. Sus ojos volvían a estar enfocados... de a poco volvía a ser él mismo mientras escuchaba a la Diosa.

-Sí es posible -se adelantó a decir- la Diosa Artemisa nos ha mencionado a aquel que puede lograrlo. Chronos, el Dios del Tiempo.

-Si conseguís su favor, tendréis una última oportunidad. Y así también mi hermana Atenea.

Por un costado, un destello blanco caía en forma de pálida luz, abriendose paso entre un desfiladero de rocas a cada lado.

-He ahí el camino marcado -indicó- bastará que lo sigáis para llegar hasta Chronos. Una vez allí, dependerá de vosotros.

La Saintia de Escorpio pudo notar que Aioros no perdió ni un sólo segundo más. Sin preguntarse cómo haría para convencer a Chronos, ni intentar evacuar ninguna otra duda, hizo una profunda reverencia ante Artemisa, agradeciéndole.

Pero Artemisa ya bajaba la mirada, dejando ver que no estaba dispuesta a seguir con aquella reunión, y que debían irse.

-No nos dirá más. Vamos, Ángela. Debemos ir de prisa siguiendo el camino -propuso.

Se pusieron en marcha. Aioros caminaba en silencio por entre esas paredes de roca iluminadas de plata. El terreno era irregular, así que miraba hacia abajo, pero sus ojos tenían un fuego encendido. Ahora sí estaba motivado.

De vez en cuando la miraba a ella. Cuando lo hacía, sonreía.

-No todo está perdido, ya verás. Los Santos podemos hacer milagros ¿no? -le animó e incluso al decirlo, puso una mano en su hombro, con un clanck metálico.

Ángela podía sentir su cosmo, preocupado pero con ansias de actuar. Y aún así, no lo veía precipitrse. Debía de tener un buen control de su comportamiento.

-Es probable que Chronos nos de problemas. ¿Y si practicamos lo que vamos a decir? -dijo- esta es sin duda nuestra tarea más importante hasta la fecha, ¿no crees? No podemos fallar...

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La saintia se llevó una mano al mentón mientras pensaba en lo que decían Artemisa y Aioros.

-Entonces se trata del Dios del Tiempo, comprendo. Debemos convencerlo de que nos deje volver atrás y descubrir al traidor -expresó como repasando un poco la tarea. Finalmente, Ángela siguió el ejemplo de su compañero y, tras hacer una reverencia, se retiró para seguir el camino marcado por la Diosa.

Ya mientras avanzaban, la mujer iba detrás de sagitario, notando como este había cambiado un poco su actitud y se mostraba más dispuesto a seguir adelante. Su motivación resultaba contagiosa de algún modo, por lo que al sentir que este apoyaba el brazo en su hombro, la mujer repitió la acción en contrario, también para darle ánimos. De alguna manera, Angela podía sentir ese compañerismo que a veces le costaba encontrar en su amigo Camus y en Saga.

-Uhm si, es cierto. Además por como lo dijo Artemisa, seguro no es alguien fácil de contentar o convencer. Después de todo es el Dios del Tiempo y seguro no le agrade la idea… -dijo en primer lugar, con algo de preocupación pero sin detenerse- Hay que decirle además que esto no lo hacemos solo por nosotros y por la tierra, sino para evitar una mayor guerra entre dioses olímpicos y titanes ¿no?

Mientras avanzaban, la saintia se preguntaba cómo sería aquel misterioso y respetado dios, en especial si no tenía una forma física en particular como les había mencionado la diosa olímpica.

-Seguramente no nos la va a dejar fácil, tenemos que estar dispuestos a aceptar sus condiciones, lo más importante es que nos ayude a viajar en el tiempo. Ya luego pensaremos qué hacer una vez ahí -indicó apresuradamente- Quizá deberíamos hacer mención al hecho de que el otro Cronos obtuvo ciertos conocimientos del tiempo y tomó ventaja, por ahí eso lo motive más a ayudarnos, ya que de por sí parece ser que ese dios titan jugó con el tiempo de una forma indebida.

La chica se sorprendió un poco por todo lo que estaba diciendo, nunca se había imaginado pasar de estar en una misión normal a tener que convencer a dioses para salvar la Tierra y al Santuario. Intentó borrar esa sorpresa de su rostro y observó a Aioros dubitativa.

-¿Tu que crees? ¿Se te ocurre algo más?

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Aioros escuchó atento a Ángela y cuando terminó ella de proponer sus ideas, asintió con mucha fuerza.

-Totalmente, me encanta la idea de decirle que ese Titán le estuvo haciendo la competencia. Apuesto a que los Dioses orgullosos tienen cierta debilidad por eso. Además, es uno de los Dioses Titanes, estoy seguro de que entre Olímpicos y Titanes se odian… -aportó- yo había pensado algo parecido -le dijo sonriente.

Todo iba mejorando en humor… es que desde la noticia de que todo estaba destruido y habían muerto todos los caballeros, no se podía ir a mucho peor

-Mira, la luz cambia un poco más adelante...

Ángela de todas formas, aún notaba impactado a Aioros… no podía saber si estaba emocionado por avanzar, o aterrado por hacer algo para solucionar esa tragedia. Pero sea cual fuere el caso, su compañero se veía dispuesto a dejarlo todo en el intento.


Sus chances se jugarían a partir de ese momento. Delante de ellos por fin se extendía lo que Artemisa había descrito brevemente.


“Ya sé quiénes sois, y que estuvisteis con Artemisa. Pero ¿que queréis ahora aquí?”

A estas alturas, las voces de los Dioses sonaban en el interior de ambos como recordaban la del Titán. No así la de Artemisa, quien tenía su propio cuerpo.

Aioros asintió a Ángela y dio un paso al frente, decidido.

-Chronos-sama, el Dios Titán Cronos nos ha retenido en el tiempo y cambiado la historia. El Santuario de Atenea ha sido destruido como consecuencia, y ha recuperado el arma para asesinar Dioses, el Megas Drepanon. Le rogamos, Chronos-sama, que nos permita…

“¿Volveréis a alterar la historia otra vez...?”

-No alterarla, dejarla como debió haber sido, Chronos-sama, no tenemos intenciones de…

“Silencio” -dijo la voz- “Es suficiente. No lo permitiré. Atenea ya ha usado el tiempo para fines egoístas y ahora esto...”

Aioros no sabía de lo que estaba hablando, pero no les convenía discutir con Chronos.

-Chronos-sama, también estamos en contra de una posible contienda entre Dioses, no queremos que nuestros aliados de siempre, los Dioses Olímpicos, se vean envueltos en una Guerra. Nosotros amamos a nuestra Diosa y tenemos el corazón roto por su pérdida. Señor, pagaremos cualquier precio, pero de alguna forma por favor, escúchenos…”

Aioros decía esto ya con una pizca de desconfianza, y con un ojo cerrado y otro abierto. Otro grito del Dios y estarían listos. Miró a Ángela, un poco por no saber qué hacer.

Chronos volvió a interrumpirle.

“Ustedes han fallado a su Diosa. ¿Crees que eres especial, Sagitario? Sé lo que han hecho los humanos”

Aioros tragó saliba.

-Lo sé... -dijo, con lágrimas en sus ojos.

Parecía que no había esperanza. Pero luego Chronos continuó:

“Pero es cierto lo de la Guerra. ¿Cualquier precio, eh? Pues si tanto queréis viajar en el tiempo, os concederé vuestro deseo y pagarán el precio”

Una gran nebulosa azul se abrió, a medida que aparecía un gran reloj de arena.


“Si saltáis a la nebulosa azul, a la derecha del reloj, iráis a la época y lugar que necesitáis ir. Pero no caigáis en ninguna otra, o acabaréis en un tiempo y espacio distintos. ¡Hacedlo ya, o me arrepentiré!”

Estaba hecho, no había un segundo que perder con un Chronos con ese carácter. Aioros tomó rápidamente de la cintura a Ángela y las alas de Sagitario se desplegaron. El hombre tomó impulso y dio un gran salto hacia aquella nebulosa azul.

-¡Lo logramos! -dijo contento.

Sin embargo, Ángela sintió un fuerte golpe en la espalda, que desestabilizó a ambos en medio del trayecto. En medio de la confusión, le pareció ver detrás a alguien... una mujer con un arco y una armadura plateada.


-Rayos... no puedo maniobrar bien... -fue lo último que escuchó de Aioros, y luego todo fue algo inexplicable de sensaciones, colores, ruidos y una gran presión en el cuerpo, que la armadura apenas si soportaba... hasta perder la conciencia.

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