Rol en Directo: El Señor de los Anillos - Sistema FAE

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Dalbor

El grueso hobbit se pasó la mano por la frente y se incorporó mientras comprobaba que Hob no estuviese herido. Al ver la cara de éste, rió con su voz gruesa y le palmeó la espalda.

-No pasa nada, estamos bien. ¡Anímate! Mataste a un huargo el doble de tu tamaño o más. Como en las historias del señor Meriadoc.

Por otro lado, esperaron un tiempo prudencial como para que las heridas de todos pudieran recuperarse, utilizando las precarias casas del lugar, antes de continuar con su historia.

Los 5 hombres de Éovan de Ithilien ayudaron a volver a tapiar ventanas o puertas, y se turnaron para hacer guardia por el resto de la noche...

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Hob

El Hobbit efectivamente se había quedado un poco estupefacto con todo lo que había sucedido, por suerte estaba ahí Dalbor para sacarlo de sus pensamientos y ayudarle a volver a la realidad. Antes de hablar sacó su pipa y la encendió, poniendo un poco de Viejo Tobby dentro de esta.

-Olvidas que el señor Meriadoc ayudó a matar al Rey Brujo, lo mío no es nada en comparación a lo que él consiguió -dijo en una voz algo soñadora. Sin embargo, parecía estar bastante orgulloso de sus hazañas.

-Y gracias por salvarme de ese monstruo, estuviste bien je -rió con diversión mientras daba unas pitadas a su pipa.

No tardaron mucho en recuperarse, por lo que Hob pudo ayudar en la medida de lo posible a restaurar ese pequeño pueblo.

-Al final el chico Milo no era tan malo después de todo ehh -expresó en voz alta, en especial para Dalbor porque sabía de la desconfianza que este había mostrado desde un principio.

Hob, Dalbor escribió:

Recostado contra una pared de unas de las chozas se iba recomponiendo de a poco, sus dos brazos estaban con heridas graves, pero no era la primera vez que se encontraba en ese tipo de situaciones, ya en otros trabajos había tenido incluso peor suerte, se vendo sus brazos, y saco de su mochila algunos frascos con hierbas y liquidos que ayudaban a calmar el dolor, y a cicatrizar mas rapido las heridas, siempre los traía consigo puesto que siempre salía mal parado.

Con mucha tranquilidad se iba tratando las heridas, mientras observaba a los hobbit que hablaban entre ellos, y a pocos metros los enemigos en el piso, o lo que quedaba de ellos.  Al final Éovan que parecía ser una chica algo corpulenta pero con una base no muy sólida, demostró que se las apaña bastante bien a la hora de enfrentar a sus enemigos.

Llego a escuchar lo que decía Hob puesto que lo dijo en voz alta.

-- Se los dije, espero que tu amiguito ya tenga prueba suficiente de mis dotes en la batalla.  Respondió con seriedad.  Luego se levanto y se acercó al Jefe de esa horda que habían masacrado, para ver si había algo rescatable de valor, y de hecho tenía algunas cosas interesantes que de seguro había encontrado por el lugar, eso le daba a pensar que si  bien los peligros podían ser grandes, la riqueza también podría serlo.  Agarro algunas de esas cosas y se las guardo.

-- Ya no las necesita, botín de guerra.  Dejo claro frente a los Hobitt como para que después no le vengan a reclamar nada de aquello.  Más tarde los hombres de Éovan volvieron a tapiar las ventanas de las horribles chozas para que pudieran descansar esa noche, cosa que le hacía bastante falta.  Por suerte esos mismos hombres se encargaron de los turnos de guardia esa noche, no le era de mucha confianza pero necesitaba descansar.

Los efectos analgésicos ya habían pasado un poco, y el dolor volvía mientras se encontraba recostado en la incómoda cama de una de las chozas, y contaba las monedas que hasta ahora le habían pagado por el primer día de trabajo, cada moneda era como un analgésico que le hacía olvidarse del dolor, una vez termino de contar, guardo la bolsa con monedas dentro de su abrigo, y se durmio con una sonrisa.

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Al otro día la mañana era clara, fresca y estaba llena del rocío de la noche aún. Tomaron un desayuno apresurado y muy insuficiente para el punto de vista hobbit, y se plantearon la posibilidad de marchar temprano hacia las ruinas, porque quizás la agitación de la noche anterior podría llamar la atención hacia ese improvisado pueblo, de algo más que simples wargos.

En cuanto todo estuvo listo, comenzaron a andar, un tanto apartados del sendero de árboles, hasta que finalmente éste terminó y vieron que a no más de un kilómetro, se alzaba lo que había quedado de un viejo puesto de hombres, con su derrumbada torre ahora rodeada de vegetación.

Los hobbits andaban en silencio, siendo Dalbor el que echó un suspiro al ver aquel lugar.

-Integrantes de Casa Brandi han superado retos mayores Hob, no te preocupes, no pasará nada.

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Entre tanto, el joven elfo Ereinion veía pasar no muy lejos un inusual grupo configurado por 6 hombres, una mujer que marchaba a la cabeza, un hobbit y lo que a todas luces era sin duda, un enano. El elfo sabía que la noche anterior los wargos habían estado muy activos y ahora podía ver con sus propios ojos la razón. Conocedor de esas tierras, Ereinion sabía que no era buena idea adentrarse en las ruinas a las que, aparentemente, pretendían acercarse.

Recostado en una gran rama de uno de los altos árboles del lugar observaba como ese peculiar grupo pretendía adentrarse en las ruinas, ahora entendía la razón de porque se escuchaban tan activos los huargos la noche anterior, y de hecho tenían algunas heridas, habían tenido un gran enfrentamiento, le sorprendía que sigan con vida.

No le gustaba mucho ponerse en contacto con otras personas, menos si eran de otras razas, y menos aún si nisiquiera eran de la zona.  Pero tampoco podía dejarlos marchar hacia las ruinas sin aunque sea advertirles del peligro.

Dio algunos brincos, de una rama a otra, de un árbol a otro, el grupo de abajo podía escuchar el movimiento de hojas, y ramas, pero tranquilamente podían pensar que era el viento, o los pájaros en sus nidos.  Llego hasta una rama más baja, pero no llego al suelo, después de todo desde ese lugar lo iban a escuchar bien.

-- No les recomiendo adentrarse mucho más en las ruinas si quieren conservar sus vidas.  Expresó con voz tranquila, pero determinante.  Palabras que todo el grupo podía escuchar claramente, y si levantaban la vista podían llegar a verlo recostado en una rama.

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Éovan

La rubia fue la primera en reaccionar a las palabras del elfo que se posaba en una rama, claro que antes de darse cuenta de quién era había sacado la espada y se había puesto en posición defensiva. Algo escéptica miró al sujeto y luego a sus hombres, levantando un poco la mano para indicarles que no ataquen.

-Los elfos son amigos de las casas de mis antepasados y del Reino de Gondor; mi nombre es Éovan hija de Damrod hijo de Faramir -expresó con serenidad bajando levemente la espada pero sin envainarla aún.

-¿Y cuál es su nombre señor Elfo? No es común ver a los de su pueblo últimamente -dijo tranquilamente, aunque muy pronto volvió a hablar- En este momento dirijo una misión bastante importante, y ya que aparece tan oportunamente me pregunto por qué no podemos entrar en esas ruinas… ¿qué sabe sobre este lugar? -preguntó muy educadamente en busca de información. Éovan no cedía facilmente, por lo que habló sin quitarle los ojos de encima al recién llegado.

Hob Bolgo

Hob, por su parte, parecía maravillado de ver a un Elfo aparecer de repente, siempre le habían parecido seres de respeto y mucha sabiduría. Además, en las historias que siempre había leído los de su raza tenían un papel muy importante por lo que para el Hobbit eran dignos de admiración.

-¿Vive usted cerca de La Comarca? ¿De qué reino proviene? -comenzó a preguntar el hobbit mientras prendía de nueva cuenta su pipa y hacía algunos círculos de humo.

Miró un momento a Dalbor algo asombrado.

-El Elfo dice que es peligroso, no lo se… -dudó unos segundos, aunque prontamente volvió a recuperar su jovial sonrisa y puso toda su atención en el rubio.

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Dalbor Tallabuena

El hobbit con pintas de enano también había levantado su hacha, y la bajó cuando vio que el recién llegado era un elfo. Luego dejó que Éovan se encargase de la charla. Cuando Hob le comentó algo, Dalbor puso una cara curiosa.

-Muchos lugares son peligrosos, pero a la señorita le han encargado esta tarea, y si no la acompañamos irá sola. Y no es ése el espíritu de Casa Brandi de Los Gamos, ni el de los Consejeros...

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Nota:

Spoiler:

Todos escribió:

El sorprendido grupo se puso en pose defensiva, pero el elfo no se mosqueo en lo más minimo.

-- Si hubiera querido atacarlos ya hubiera bajado a la mitad de su grupo con mi arco, oculto entre los árboles, hace rato los vengo observando.  Expreso con total naturalidad, y seguro de lo que decía, igual la mujer que al parecer era la que guíaba la expedición suicida hizo una señal para que bajen las armas y comenzó a hablar.

-- Ahorrese su linaje, no es algo que me interese, aquí rodeados de la naturaleza no es algo que sirva de mucho dejelo para las grandes ciudades... es cierto que muchos elfos son amigos de las casas de sus antepasados, pero no todos lo somos, los elfos del bosque somos amigos del bosque nada más.  Dijo muy tranquilo aunque de la forma mas respetuosa que podría salir de un elfo que vívia en los bosques y no solía tener contacto con otros hombres menos de las grandes ciudades.

-- Para mí es simplemente Eovan, los nombres si son importantes, nos representan, los tenemos desde que nacemos hasta que morimos, incluso en las tumbas quedan grabados por la eternidad... el mío es Ereinion.  Termino respondiendo a una de las preguntas que hacía la mujer.

-- Esta claro que a duras penas salieron victoriosos de los huargos que seguramente los atacaron anoche, los oí, eran aullidos de batalla, y ahora me encuentro a un grupo bastante estropeado, esta claro que la batalla que tuvieron se dio con ustedes, y que al parecre salieron victoriosos porque sino no estaríamos hablando en este momento.  Describio, empezando a fundamentar el porque no deberían entrar en esas ruinas.

-- Siempre escucho sonidos de orcos y bestias similares en aquel lugar, estoy casi seguro que debe ser una madriguera, y allí no van a encontrar los veinte que los actaco anoche, sino muchos más, entonces, me pregunto, si apenas sobrevivieron a veinte cuando todavía estaban con plena energía, como van a enfrentarse a cientos en el estado que estan ahora?  Por eso no les aconsejo adentrarse allí, es una muerte segura.  De esa forma terminaba responder a los interrogatorios de la mujer.

El proximo que le hacía preguntas era el hobbit.

-- En general no contestaría a las preguntas de alguien que no se presenta primero, cómo se llama hobbit?  Pero con usted voy a hacer una excepción puesto que de todas las razas, la que menos daña y la que mas convive con la naturaleza son la suya.  Hizo una pausa y luego contesto.

-- No vivo cerca de la Comarca, tampoco vivo lejos... y no soy de ningún reino, sólo soy de aquí, y de más allá, donde haya un bosque ahí podría encontrarme aunque es dificil que dieran con nuestros campamentos.  Parece ser que usted pequeño hobbit es el más cuerdo de todo este grupo.  Concluyó puesto que fue el único que tuvo más en cuenta sus advertencias sobre las ruinas.

-- Ya respondí a todas sus preguntas, ahora es mi turno ¿Qué hacen por estos lares? ¿Qué tan importante puede ser su misión como para arriesgarse a morir en esas ruinas? Ahora haciá las preguntas él, aunque por la forma en la que habló la mujer parecía ser que no iban a dejar su misión.

En todo caso, su función había terminado, sólo quería advertirlos del peligroso, si seguían o no ya era una cuestión de ellos, no iba a unirse a un grupo de personas que ni conocía, pero algo en su ser lo empujaba a querer seguirlos oculto como hasta ahora si proseguían.  Aunque no sabía bien porque, acaso para ayudarlos si se metían en problemas, pues eso no tenía sentido era claro que se iban a meter en problemas, había algo más que lo empujaba a querer seguir a estos desconocidos, y tenía que averiguar que.

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Dalbor Tallabuena

-Eh eh eh, tranquilo. El elfo quiere que nos presentemos, pero se nos acerca sin que lo llamemos, lanzando una advertencia que no necesitamos. Dice que no tiene un hogar fijo... pero pregunta por qué estamos aquí como si invadiéramos sus tierras.

De pronto, mirando mejor, Ereinion entendió que el que parecía un enano era también un hobbit. Su manera de hablar era gruesa y ruda, y daba la sensación de que si Ereinion seguía así, tendría que esquivar su hacha.

En Casa Brandi, Dalbor era una persona callada que lo cuidaba en sus tonterías, por orden de una de las cabezas de familia de Los Gamos. Pero por cómo interactuaba ahora con Ereinion, daba la sensación de que no era la primera vez que hablaba con un elfo. Hasta ahora, a Hob no le había parecido que Dalbor fuera ese tipo de persona.

Suavizó el tono, y aparentemente era así como le hubiese gustado hablar desde un principio, si Ereinion hubiese sido más amistoso.

-Mi nombre es Dalbor Tallabuena, y a ti te digo que tus pies están ahora mismo sobre el Reino de Arnor, el cual pertenece al Rey de Gondor, y éstos son sus hombres. Y entre ellos hay una poderosa capitana a quien siguen con fiereza. Los subestimas, Ereinion. Y como ves, no hemos perdido un sólo hombre ayer. Por la amistad que tenemos hobbits con hombres y elfos, te digo: es mejor llevarse bien con ellos, o al menos no hablarles con palabras insolentes en sus propias tierras.

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Éovan

Al principio Éovan frunció un poco el ceño por la contestación del elfo, pero Dalbor se adelantó en hablar cosa que le sorprendió bastante aunque no lo reflejó en su rostro. Las palabras del mediano le parecieron lógicas y muy acertadas respecto de lo que ella pensaba, situación que le llamó aún más la atención, no lo había visto nunca actuar así y por alguna razón su nueva actitud le daba aún más confianza.

Finalmente, la rubia terminó por adelantarse unos pasos con mucha firmeza tras las palabras que ya había dicho el Hobbit.

-Ereinion de los bosques... respeto y agradezco sinceramente su consejo de parte de mi grupo y a quienes represento -expresó de manera formal y tranquila- Sin embargo, su información no nos es novedosa y ya sabemos que, sin dudas, nos enfrentamos al peligro. Después de nuestro enfrentamiento nocturno deducimos de qué se trata, pero para eso vinimos, y no pensamos quedarnos quietos ante esta amenaza que habita en parte de nuestro reino.

Hizo una leve y educada reverencia y se volteó para ver a sus hombres.

-Si ninguno tiene nada más que decir, continuamos. El tiempo apremia y no podemos quedarnos parados de buenas a primeras, hay que aprovechar la luz del día -les dijo a todos con los mismos ánimos de antes. Antes de avanzar por cuenta nueva miró al elfo y habló.

-Le agradezco de nuevo y espero tenga suerte aquí y más allá, a donde los parajes de la Tierra Media lo lleven. Namárië! -se despidió usando una de las pocas palabras en Sindarin que había aprendido durante su infancia yendo de Ithilien a la ciudad blanca, donde los elfos eran muy respetados.

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Cuando el grupo de Éovan parte, a Ereinion le llega la visita de un pájaro característico de la zona del norte. Y por el conocimiento de la naturaleza que Ereinion posee, mezclado con el conocimiento de la zona, el elfo podía deducir qué significaba la presencia de ese pájaro allí.

Parecía que algo se estaba agitando, y una sombra cubría ahora los terrenos cercanos a Fornost, mas allá de las ruinas de la torre, un poco más hacia el norte.

Si eso era cierto, quizás el enemigo se aprovechara de las especies de animales que allí moraban, y dejaran morir o pudrieran toda la vegetación.

Se quedo tranquilo recostado en la rama del árbol, obsevando al enano y escuchando lo que decía, palabras que no lo inmutaban en lo más minímo.

-- Acaso les estoy impidiendo el paso, o lo estoy amenzando sobre que no entren a mis tierras? Pues no, sólo les daba aviso de que se estan adentrando a un lugar del cual quizás no salgan con vida... estas no son mis tierras, en todo caso yo soy parte de la tierra.  Respondió a lo primero que decía el pequeño, aunque mientras seguía escuchando, se percató de que no se trataba de un enano sino de un hobbit, cosa que le llamo al atención.

-- Simpre imponiendo límites sobre la tierra, acaso este árbol sobre el que estoy recostado es propiedad de tu Rey?  Cuando van a entender que las tierras, los bosques, los océanos, los animales, no son de nadie; sino elementos que forman parte de la vida.  Respondió con tranquilidad frente a todo lo que mencionaba el recién descubierto hobbit.

-- Lejos estoy de subestimarlos, no cualquier grupo sobrevive a esos huargos, pero ten en cuenta una cosa pequeño hobbit, no son inmortales, y los peligros se van a ir incrementado a medida que avancen.  La proxima en hablar era Eovan, que hablaba de una forma más amena, y como suponía su intención era proseguir.

-- Es su desición, si desean seguir nadie se los va a impedir.  Se levantó y quedo parado con gran agilidad en la rama en la que recién estaba recostado, e hizo una reverencia respetuosa, no porque fuera una poderosa Capitana como había dicho el hobbit, sino porque se merecía el mismo respeto con el que ella había hablado.

Con agilidad desapareció entre los árboles, saltando de rama en rama, cuando al fin perdio un poco de vista al grupo, tomo una fruta de un árbol, y mientras comía observó que un pájaro caracteristíco del norte poso sobre su misma rama, rápidamente dedujo que más adelante no iban a encontrar solo madrigueras, algo más oscuro se estaba agitando, algo que puede poner en peligro los bosques que el tanto ama, como alguna vez paso con el bosque negro.

Gracias a su agudizado oído, se quedo en silencio escuchando sonidos que lo llevaran al grupo nuevamente, fue saltando de rama en rama hasta que tuvo cierta visibilidad del grupo, los iba a tener que seguir, tenía que saber que estaba pasando en el norte y que mejor que usar a ese grupo como cebo de lo que puedieran encontrar, mientras él estaba oculto en las sombras.

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Pronto Ereinion se dio cuenta de que si seguía las pistas que indicaban la nueva sombra al norte, se separaría demasiado del grupo. Es que Fornost quedaba unas leguas más hacia el norte y las ruinas estaban a mitad de camino apenas. Así que debía decidir entre seguir a los desconocidos, o averiguar qué pasaba con la naturaleza en torno a las ruinas de la ciudad de Fornost.

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Dalbor Tallabuena

Dalbor pasó de Ereinion y siguió a Hob, que seguía a Éovan. Todo el grupo se apresuró para llegar lo más pronto posible a la torre.

Para Milo era una situación emocionante. Estaba observando un vestigio de esas grandes batallas en el reino de Arnor, de la época en que se enfrentaba con Angmar, reino del despiadado Rey Brujo sirviente del Señor Oscuro Sauron.

Para Éovan era la oportunidad perfecta para probarse efectiva y útil en la campaña del norte. Para Hob, era la oportunidad de vivir una aventura como la de los grandes hobbits del pasado, y para Dalbor... era una responsabilidad grande cuidar de Hob. Pero aún así, avanzó decidido junto con los 5 soldados del principado de Ithilien.

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-Éovan, Hob y Milo deben tirar 4dFATE (ahora en el foro también hay dados FATE disponibles) para hacer una tirada que busca percibir algo.
-A la tirada deben sumarle su puntuación en sagaz/clever.
-La dificultad es 4.
-Responderé según los resultados.
-En caso de gastar un punto fate para mejorar la tirada, indicar qué aspecto invocan para ver o percibir mejor y agregar un +2 a la tirada.

Despues de seguirlos por un tiempo, empieza a creer que ese grupo irá muy lento para lo que el estaba acostumbrado, y que las ruinas a las que ellos querían llegar quedaban a mitad de camino, no podía perder tiempo, tenía que averiguar que estaba pasando en el norte antes que sea demasiado tarde.

De esta manera decide dejar al grupo con su cuestiones, y avanzar en solitario hacia las ruinas de la Ciudad de Fornost, para ver que era lo que realmente estaba pasando.

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No le dio gran importancia al encuentro con el elfo de los bosques, no le interesaba ni las exaltadas explicaciones de Dalbor, ni las creencias del tal Erinion, él seguiría a Eovan puesto que era la guía para las grandes riquezas que esperaba encontrar en ese Reino.  Fue así que mientras charlaban, se sentó a descansar, y a afilar su espada... cambiar las vendas de sus heridas para poder enfrentar los retos que pudieran surgir.

Así fue que el grupo coninúo su marcha hasta las ruinas, era increíble estar en ese lugar, en esas tierras donde habían sucitados grandes batallas, no podía negar que hasta era emocionante ir descubriendo cada rincón de ese Reino.

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Ereinion se dirigió hacia Fornost, y encontró una fila de alrededor de 10 orcos entrando en la ciudad saqueada. El lugar tenía las dimensiones adecuadas para ser, en verdad, una madriguera del enemigo. Pero si era así, estaban bien escondidos.

Alrededor de la ciudad nada crecía, y los animales característicos de la zona no se veían por ninguna parte. Claramente había allí algo que odiaba todas las cosas.

No había nadie que pudiera ayudarle a expulsar el mal de esa región. Los elfos como él eran dispersos, y rara vez se unían para algo. De hecho, en muchas millas, las únicas personas que tenían algo de fuerza para prestarle, era ese grupo de soldados que había encontrado cerca de las ruinas de la torre.

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Si Ereinion quiere, puede intentar tirar 4df + Furtivo para intentar colarse en Fornost. La dificultad es 4. Si desea otra cosa, deberá declararla en un post.

Cuando llego a las ruinas de Fornost pudo divisar un grupo de orcos que entraban en el lugar, todo parecía ser una simple madriguera, aunque no se veían demasiados orcos en su alrededor... y no se explicaba porque nada crecía cerca de este lugar... tenía que haber algo más.

En general se movia bien entre las sombras sin ser visto, por lo que decidió adentrarse en Fornost para investigar un poco más lo que estaba sucediendo, ya que una simple madriguera no era algo para preocupar, pero y si era algo más...

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Tirada para Hob.

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